La semilla que ha dado lugar a Silicon Valley ha sido la Universidad de Stanford, considerada hoy día una de las más prestigiosas a nivel mundial. La universidad privada es legado de Leland Stanford y su mujer Jane Lathorp.
La pepita de la suerte
Stanford llegó a Sacramento vía San Francisco en 1852, después de estudiar leyes y trabajar brevemente en un despacho de abogados en el estado de Nueva York. Junto a sus hermanos, abrió una tienda de comestibles y 5 años más tarde un cliente, minero, le dio una participación de una mina de oro como pago de una deuda.
Los mineros empezaron a excavar en busca de rocas de cuarzo, donde se ocultaban las vetas de oro, cuando ya no se encontraba tan fácilmente pepitas en superficie, sin saber que debajo de ellos, entre Yosemite y el condado de El Dorado, se hallaba el filón de oro más grande de California. ¿Y dónde estaba situada la mina de la que Stanford se había convertido en socio? ¡Bingo! Encima de la roca dorada, concretamente en la pequeña ciudad de Amador.

Por aquel entonces la mina ya llevaba abierta 8 años y, sin embargo, no daba dinero. De ahí que Stanford quisiera venderla. No obstante, siguiendo la intuición del capataz, le dieron una última oportunidad y un año más tarde descubrieron una veta de oro. A partir de ese momento, la Lincoln Mine produciría por un valor de 2 millones de dólares hasta que en 1873 Stanford y sus socios la vendieron por un valor de 400.000 dólares.
Ya siendo un señor con recursos, Stanford colaboró en la campaña presidencial de Abraham Lincoln e incluso se presentó como candidato a gobernador de California, aunque no lo consiguió.

La locomotora echó a andar…
Lincoln se convirtió en presidente y, entre otras cosas, quería modernizar el país, así que la construcción de un tren transcontinental iba a ser, más pronto que tarde, una realidad. Sólo se debía presentar un proyecto factible para que el gobierno federal lo aprobara. Theodore Judah, un joven ingeniero civil, diseñó una ruta que cruzaba Sierra Nevada por el celebérrimo Donner Pass, que era el paso de montaña más adecuado para que un tren de vapor pudiera atravesar la cordillera. Judah presentó el proyecto en Washington, pero en aquel momento el país estaba inmerso en la guerra civil, de manera que no podía afrontar semejante proyecto. Se necesitaba inversión privada. Ni corto ni perezoso, Judah se fue a Sacramento en busca de financiación para lo cual se preparó una presentación del proyecto. Su entusiasmo logró convencer al tendero Collis Huntington, quien le dijo al ingeniero que además de invertir 1.500 dólares, le traería a tres “empresarios” más, que harían lo mismo. Stanford sería uno de ellos. Y así es como en 1861 se creó la Central Pacific Railroad, con Stanford como socio y presidente de la compañía.
Central Pacific Railroad
Ese mismo año Stanford se presentó de nuevo como candidato republicano a gobernador de California. Esta vez sí que ganó, proclamándose el 8º gobernador del Estado. En su programa electoral se mostraba totalmente partidario de la construcción del ferrocarril, lógicamente.
Poco después, el congreso americano aprobó el proyecto presentado por la Central Pacific Railroad y empezaron a construir el tramo oeste de la que sería la primera línea de tren transcontinental de EEUU.

El ingeniero Judah, que tuvo la idea y diseñó la ruta, se quedó, sin embargo, fuera de la Central Pacific Railroad. Sus “socios” no pensaban contar con él, así que le pidieron que igualara el capital que habían aportado, a sabiendas que no tenía dinero. No se rindió, sin embargo, después de todo era el sueño de su vida. Así que, junto a su mujer, cogieron un barco para dirigirse a Nueva York con la intención de conseguir un préstamo, destino que nunca alcanzó al enfermar y morir en el camino.
A los socios les fue bien, muy bien. Aunque inicialmente invirtieron algunos de sus fondos propios, la mayor parte del capital para la construcción provino de fondos públicos y subvenciones, que hábilmente gestionados, les enriquecieron enormemente.
… hacia Silicon Valley
Total, que el matrimonio Stanford solo tuvo un hijo, el cual murió a los 15 años por fiebre tifoidea durante un viaje por Europa. El matrimonio, profundamente apenado, decidió construir una institución educativa con su nombre: Leland Stanford Jr. University, en los terrenos en los que la familia tenía una granja de caballos.

El impulso que la llevó a convertirse en una universidad de investigación y emprendimiento de prestigio internacional llegó tras la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar la guerra, la industria bélica cayó y el paro empezó a subir, lo que llevó al rector de Stanford a animar a la comunidad académica para que crearan una industria local autosuficiente, que años después derivó en Silicon Valley. El valle, que recibe el nombre por el silicio, material con el que se fabrican los chips, concentra un gran número de empresas del sector de la electrónica y la informática esparcidas entre praderas: Apple, Google, Yahoo, Tesla, Amazon, Intel, eBay…
Universidad de Stanford Coche de Google Google. Apple. Tesla
Comparativa Stanford vs UAB
Universidad de Stanford
- La universidad abrió en 1891
- 7 facultades
- 7.032 estudiantes de grado
- 9.304 estudiantes de másters
- + de 6.000 proyectos patrocinados externamente
- 19 premios Nobel miembros de la comunidad de Stanford
- 1.600 millones de dólares de presupuesto para la investigación
- 2.180 miembros de la facultad
- 22.400 millones de dólares en dotación económica (2016)*.
- En el 2016 recibió por parte de 80.000 donantes, 951 millones de dólares en donaciones filantrópicas.
UAB
- La universidad abrió en 1968
- 12 facultades
- 26.467 estudiantes de grado
- 6.134 estudiantes de másters
- 335 proyectos de investigación (nacional y europeo) y 640 convenios de investigación
- 0 premios Nobel
- 77,84 millones de euros para la investigación y transferencia de conocimiento
- 3.676 docentes e investigadores
- 311,97 millones de euros en presupuesto (2015)
* Por comparar: El PIB 2015 de Islandia fue de 16.500 millones y el de Nepal, 21.194 millones de dólares.
Una carrera universitaria en Stanford
Una de las carreras que se puede estudiar en la escuela de ingeniería de Stanford es Aeronáutica y Astronáutica, de 4 años de duración. Como curiosidad, hay asignaturas obligatorias como por ejemplo Escritura y Retórica, para trabajar las capacidades comunicativas (o sea, para dar discursos cuando reciben premios o vender que son la repera), o asignaturas de Humanidades para Ingenieros, como literatura, filosofía, arte, historia, música, cine, idiomas o religión. Me ha llamado la atención una asignatura que tiene por título: “¿Es Stanford una religión?” Pobrecillos…
El coste de un año académico es de unos 48.987 $, pero si contamos el alojamiento, seguro de salud, libros y gastos personales puede subir a 69.109 $. Ojo, estos números aparecen en la web de la prestigiosa universidad. Son exactos, nadie se gasta ni un duro más o menos. Los ha calculado un nobel de economía.
Tomy: Pues en Berkeley, que es pública, sube a 34.400 (con todos los gastos)!!…barato, ¿no? Andy: ¿Qué cuánto vale!!?…¿Y en la UAB? Espera, que lo calculo.
Robots del Museo de Historia de la Computación en Mountain View
Pingback: Los pueblos del Salvaje Oeste IV o cómo buscar una tumba en plan El bueno, el feo y el malo | Calafiana
Pingback: Los pueblos del Salvaje Oeste VI: El nacimiento de una ciudad, San Francisco – Calafiana