La Patagonia argentina

Hasta luego Chile, nos volveremos a encontrar.

Paso fronterizo Dorotea.

Hola Argentina

Provincia de Santa Cruz, Argentina

Adiós Paine

Parque Nacional de Los Glaciares

Nuestro viaje continúa hacía el norte, Andes arriba, pero por el lado argentino, con dos hitos en la ruta, el Glaciar Perito Moreno y el Macizo del Fitz Roy (3.405m), que forman parte del Parque Nacional de Los Glaciares y son Patrimonio de la Humanidad. Dos lugares que justifican el viaje, sin duda.

Perito Moreno

Salir de la estación de autobuses de Puerto Natales, cruzar la frontera, llegar a El Calafate (la ciudad más próxima al glaciar) y visitar el glaciar Perito Moreno en un mismo día es posible, pero requiere que esté coordinado por la misma compañía de buses. ¿Es necesario estar más tiempo? Pues depende de cada uno, claro, pero es un sitio único, en nuestro caso nos hubiéramos podido quedar todo el día, mirándolo, escuchándolo, buscando los desprendimientos, teniéndolo de escenario mientras lees un libro.

El Glaciar Perito Moreno forma parte del Campo de Hielo Sur, remanente de la edad de hielo. De los muchos glaciares que hay en la Patagonia, incluso mucho más grandes que el Perito Moreno, este es la estrella. Ocupa aproximadamente 250 km2, tiene una pared frontal de 40 -60 metros de altura (la parte que sobresale del agua) por 5 km de ancho y se desliza a una velocidad de 100 metros por año. El efecto combinado de la erosión del agua, la temperatura y el movimiento provoca rupturas y desprendimientos de bloques de hielo en el frente, siendo un impactante espectáculo visual y sonoro.

Te puedes acercar en barco y sentir las olas que provocan las caídas de hielos o admirar la magnitud del glaciar en su totalidad desde las pasarelas.

Aquí es donde se forma el puente

Llega a tocar tierra y formando una barrera que interrumpe el paso del agua del brazo Rico del gran Lago Argentino. El agua erosiona el glaciar, creado un arco o puente de hielo, el cual acabará colapsando cada cierto tiempo (3-4 años). Evidentemente es un fenómeno natural que crea mucha expectación.

Vídeo de la ruptura del Glaciar en 2016 (Visit Argentina)

Macizo del Fitz Roy, El Chaltén

Día 1

El trayecto de tres horas que separa El Calafate del Chaltén resultó entretenido por las historias que nos explicaba el conductor del bus, Wilfrido Franco, relacionadas con la climatología imprevisible del lugar (nieve, rachas de viento capaces de hacer volcar vehículos, etc.). Lo que nos llamó más la atención fue su afición a correr. Resultó ser un ultramaratoniano reconocido por el Senado Argentino como el Deportista Solidario 2018 por recorrer los 320 km (4 días) que separan Calafate y Río Gallegos en honor a las víctimas de la guerra de las Malvinas.

Olé tú Wilfrido, con 52 añacos!
Guanacos
Nuestro bus

En fin, llegamos a El Chaltén en medio de una gran nevada. Debido a la poca visibilidad, frío y nieve en las pocas calles del pueblo nos quedó la tarde libre, disponible para comprar alfajores, comer empanadas y leer.

El Chaltén es un pueblo milenial (fundado el 12 de octubre de 1985) para poder demostrar que el territorio estaba ocupado por argentinos y limitar la frontera con Chile, aún hoy no definida. Joven y pequeño, sin embargo, es conocida como la Capital Argentina del Trekking.

Día 2

El día amaneció magnífico, soleado, nítido, ese tipo de días en los que parece que alguien ha ajustado bien el contraste y el balance de blancos, resultando perfecto para la jornada de montaña que nos esperaba. La idea era tomar un transfer que nos acercara hasta la Hacienda del Pilar para volver caminando a El Chaltén tras ascender al lago que hay bajo el monte Fitz Roy (1.177m). Una excursión de 22 km, larga pero sencilla, solo la subida al lago es dura (en un kilómetro se asciende 400 metros de desnivel). El camino discurre por praderas y bosques de lengas, que en esa época del año adquieren tonalidades rojizas, atravesando arroyos y algún río. En cuanto a fauna solo vimos un pájaro carpintero.

El monte Fitz Roy es otro de esos parajes que justifican un viaje de esta envergadura, no solo porque la montaña es extraordinariamente pintoresca, sino porque el entorno donde se esconde es sencillamente idílico, comparable a Torres del Paine o incluso superándolas si el día acompaña, lo cual no es fácil por esas latitudes.

Un pequeño apunte: Desde que la expedición de Magallanes arribara a las costas patagónicas hace ya 5 siglos, los viajes de exploración y de aventura no han cesado de ocurrir. Sucedía, lógicamente, que no solo no se tenían mapas sino que estos se iban generando a medida que las expediciones recorrían esos parajes, de manera que los cartógrafos tenían que dar nombre a infinidad de ríos, glaciares, montañas y otros accidentes geográficos. Para ello tiraban, entre otros, de nombres de personajes singulares relacionados con el territorio. Este sería el caso del inconfundible cerro Fitz Roy, el cual fue bautizado por el perito Pascasio Moreno con el nombre del comandante del bergatín HMS Beagle, Robert Fitzroy, velero que dio la vuelta al mundo llevando a bordo a Charles Darwin, pese a que ni éste ni el mencionado comandante llegaran a ver el monte.  

Día 3

¡¡Otro día fantástico!! Que suerte estamos teniendo estos días con el clima; a diferencia de las lluvias que nos acompañaron días atrás, especialmente durante la caminata a Torres del Paine, en esta ocasión el clima no puede ser mejor, cosa poco habitual en estas latitudes. De hecho, este es uno de los motivos que explican por qué tanto el Fitz Roy como el Torre son dos de las montañas más difíciles de escalar en el mundo. Pero nosotros no estábamos allí para escalar, nos limitamos a recorrer el sendero a Laguna Torre, un camino que discurre por un valle glaciar, sube una morrena y llega a la laguna atrapada a los pies de la mole de piedra del monte Torre (3128 metros). Sin duda alguna, una de las mejores rutas escénicas que hemos hecho nunca.